lunes, 31 de marzo de 2014

Relato del parto de Felipe

Finalmente llegó el día...
Felipe tenía fecha probable de parto (FPP) para el 9 de enero de 2014. La semana antes de esa fecha yo venía sintiendo las contracciones durante la noche (cólicos menstruales), pero la mañana del 9 de enero cuando me levanté a las 6:00 am continué sintiéndolas, muy suaves y espaciadas, pero algo me decía que ya no había marcha atrás, que era ese el gran día...
Nos fuimos a la cita del ultrasonido de las 40 semanas, salimos mi mamá, Juan y yo, y ellos todos juiciosos contaban las contracciones. El doctor que me hizo la ecografía me dijo que el bebé era muy barrigón, que parecía ser grandecito, según la eco, pesaba 3,800 gramos, y que estaba todo perfecto con él y conmigo. Salimos de allí como alas 8:30 y llamé a Juliana, mi obstetriz/doula, y le comenté que tenía contracciones a cada 5 minutos pero que estaban muy suaves y no dolían casi, de hecho podía hablar durante una contracción. Me dijo que me fuera a mi clase de hidrogimnásia que era a las 9:00 y que la llamara si algo cambiaba. Así lo hice. Me fui a mi clase y en el agua calientica de la piscina me relajé bastante, estaba cansada con esa barrigota al final, necesitaba mucho de esa clase... Esa relajación lo que hizo fue comprobar que efectivamente estaba en trabajo de parto, pues las contracciones se hicieron más dolorosas, aunque seguían a cada 5 minutos.
Salimos de ahí a las 10:30, fuimos por Juan al banco, a esta altura mi mamá manejaba el carro porque yo no podía. Los huecos del pavimento me hacían doler mucho, los cólicos venían cada vez más fuertes. Pero era sólo eso, cólicos menstruales. Llegamos a la casa como a las 11:00 am, me bañé y me acosté en mi cama. Juliana llegó al rato y me acompañó todo el tiempo, junto con mi mamá y Juan, que me traían comida, bebidas, preparaban lo que faltaba para el hospital, etc. Pusimos música, prendimos velitas, usamos aromas ricos, todo para crear un ambiente cómodo y relajante para mi.
Me acosté del lado izquierdo y trataba de concentrarme en la respiración cada que venía una contracción. Cuando esta pasaba, caía en un sueño profundo, estaba como drogada. No sé en qué momento Juliana me hizo un toque para confirmar que estaba en 5 cm de dilatación, pero que Felipe estaba muy arriba todavía, que debía pararme y caminar para que la gravedad lo ayudara a encajarse. Así lo hice, caminé un rato, el sueño me mataba literalmente, así que Juliana me prestó su bola de pilates, me senté en ella y cuando pasaba la contracción, me dormía recostada a la pared! Luego de un rato, ella me sugirió que me metiera a la ducha, que el agua caliente iba a ayudar a hacer más eficientes las contracciones, así lo hice. El tiempo pasó, salí de la ducha, me recosté de nuevo, comía, bebía, dormía, respiraba, soñaba... ya estaba cada vez más cerca de ver a mi bebé a los ojos...
A las 5:00 pm más o menos, Juliana me hizo otro toque y ya estaba de 7,5 cm de dilatación, era el momento ideal para salir al hospital, además para evitar el tránsito de la hora pico. Salimos a las 5:20 y como a las 6:00 ya estábamos en el hospital con Dolores, mi ginecóloga, quien me hizo el toque de protocolo que exige el hospital y confirmó que estaba en 8 cm! A estas alturas pedí anestesia! No sé si fue el ambiente del hospital, los malditos huecos de la ciudad de Sao Paulo, o qué, pero el dolor ya era muy fuerte! Dolores me dio la mano y me dijo que esperara a entrar a la bañera, claro! Era lo que yo siempre quise! Un parto en el agua! Saqué esa loca idea de mi cabeza y me concentré nuevamente en la respiración.
No sé cuanto tiempo pasó. Pareció una eternidad todo el proceso de internación. Juan estaba cuidando de eso mientras yo esperaba y me llevaban a la sala de parto. Una enfermera quiso revisarme en la sala, pero no lo permití. Mi ginecóloga ya lo había hecho! Sólo le pedí una cobija pues hacía un frió terrible. Al rato llegaron Dolores y Juliana, llenaron la bañera, apagaron el aire acondicionado y entré al agua. Estaba bien calientica y rica, fue un relax completo, tanto que el trabajo de parto se aceleró un montón y tuve un deseo inmenso de empujar, algo dentro de mí controlaba mi vientre, tenía que empujar! Sentí que algo explotó, me dio mucho susto, grité de miedo, pregunté qué pasaba, Juliana me dijo que la bolsa se había roto! Al rato entró Juan a la bañera y me abrazó por detrás. Las contracciones venían y el deseo de empujar con ellas, de mi garganta salía un grito casi involuntario, Juan me sostenía por detrás de mis brazos, Dolores que estaba fuera de la bañera me daba sus manos y su apoyo, Juliana chequeaba de tanto en tanto el corazoncito de mi bebé. 




Pasó no sé cuanto tiempo, me dí vuelta dándole la espalda a Dolores para ella poder ver qué tan avanzada estaba la expulsión de Felipe. Quedé frente a frente con Juan. Entre cada contracción me desvanecía en sus brazos y me dormía profundamente, soñaba, pensaba cosas absurdas! Felipe seguía perfecto según el aparatico para escuchar sus latidos, yo gritaba, me desvanecía, gritaba y empujaba, parecía que la fuerza me salía de la garganta.



Hubo un momento en el que pensé: y si fuera verdad que Felipe es muy grande y no puede salir de mi?  Me dio mucho miedo... Yo sentía su cabecita en mi canal vaginal, lo sentía ahí en cada contracción, parecía que nunca iba a salir, parecía que no bajaba! Cuando finalmente me dijo Dolores: “ya está saliendo, empuja fuerte!” Ahí Juan habló finalmente, o tal vez hasta ese momento no lo había escuchado! Me decía emocionado: “dale, dale, ya está saliendo, dale amor!” Juepu... sentí que me quemaba toda, sentí que me desgarraba, un dolor, un ardor... Juan era sólo llanto, tenía a Felipe en sus manos!! Me lo entregó! No lo podía creer!!! Ahí estaba mi pequeñito mirándome con esos ojotes oscuros y profundos y lindos que Dios le dio. La neonatóloga, Evelin, llegó justo a tiempo, cinco minutos antes de que naciera Felipe, como cosa rara, se había quedado atrapada en el tránsito.


Dolores respetó cada palabra de mi plan de parto... permitió que Juan fuera la primera persona a recibir a mi hijo, no me violentó para nada, me daba fuerzas, me animaba... Juliana me mantuvo encaminada en mi propósito desde casa y me dió la seguridad de que Felipe estuviera bien en todo momento, y Evelin... simplemente fue la responsable por darle a Felipe el nacimiento que merece todo bebé. Me permitió tenerlo en mi pecho todo el tiempo, lo ayudó a encontrar mi pezón para sus primeras mamadas de colostro, luego de muchísimo rato dejó a Juan cortar el cordón umbilical, y todo con tanta delicadeza y cariño. Mi bebé casi no lloró, estaba tan tranquilo... y yo me sentía en una paz... y un placer. Parir así es un placer!



Felipe llegó muy puntual a su cita, el 9 de enero de 2014 a las 9:02 pm, midió 52 cm, pesó 4,010 gramos, y tenía el cordón dándole vueltas en el cuello y un bracito (dos motivos por los cuales les hacen cesáreas innecesarias a las mujeres), libre de todo procedimiento invasivo y violento, en contacto directo con mi piel, con mi olor, con la única persona que hasta ese momento conocía y que lo hacía sentir seguro. Me siento orgullosa de haberle dado un nacimiento feliz a mi hijito.


1 comentario:

  1. Carito que hermosura de fotos!!!!!!!!!!!!!!! sos una mujer hermosa, valiente y llena de consciencia hacia la humanidad y proceso de Felipe. Demasiado lindo Juan que te apoyo todo el tiempo, ademas tiene una cara de amor que se le sale por los ojos (yo creo que mi Luis se me desmaya). Te nombro mi profesora de cabecera en partos naturales. Te adoro!

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