lunes, 31 de marzo de 2014

Relato del post-parto


Lo que vino después...

Las mujeres le temen al parto cuando lo verdaderamente duro y difícil viene después, cuando llegas a tu casa y te enfrentas al puerperio.. eso sí es duro...

Llegamos a la casa el sábado en la tarde. Dar de mamar me dolía mucho, pero uno no sabe qué es mucho. El martes fue una consultora de amamantación pues mis pezones estaban muy heridos. Ella me dijo que estaba bien, me dio mucha confianza en mi misma, me dijo que ya iba a pasar... Que era fundamental que me alimentara muy bien, a cada tres horas, y que bebiera mucha agua, y sobre todo, descansara. Me enseñó varias posiciones para que el bebé se pegara bien, lo cual era la clave para que no me lastimara más. Al día siguiente mi pezón izquierdo comenzó a sangrar! Tenía un corte horizontal y el derecho tenía un hueco en todo el centro. Me dolía muchisimo, era una tortura... amamantar era horrible... me daba miedo cada que iba a alimentar al bebé.. como respuesta, Felipe estaba irritado, lloraba, y yo no lo podía consolar...

El viernes tuvimos cita con la pediatra. Cuando vio el estado en que me encontraba, me mandó parar de darle el pecho izquierdo. Me dijo que me sacara la leche con la bomba y hasta no estar cicatrizado, no darle nuevamente. Salí muy triste, frustrada, me sentía una incapaz por no poder darle teta a mi bebé. Para sentirme todavía más segura, la pediatra me recomendó una fonoaudióloga para corregirle la mamada a Felipe, pues tenía un patrón de mordida. Ella me ayudó muchísimo también.

El tiempo de descanso cuando finalmente Felipe se dormía, cosa que era bastante difícil, me sacaba la leche, me ponía al sol, me hacía baños de luz con una lámpara con bombillo de luz amarilla, me  hacía compresas de manzanilla y así me pasaba: dos alimentadas con tetero con mi leche o leche de fórmula, y una con el pecho derecho. Sin mi mamá no hubiera podido... Ella y mi tía cocinaban, esterilizaban teteros, bomba, chupos... yo estaba muy vulnerable y triste, y todo eso se reflejaba en Felipe, quien estaba muy irritado, lloraba, no dormía. El mayor consuelo para un bebé es el pecho de su madre, no hay duda de eso, pero yo no podía darme el lujo de dejarlo en el pecho chupeteando porque estaba muy herida! A ratos le ponía una chupeta para que se calmara, pero con mucho temor mío, pues esto daña la mamada del bebé... era todo un drama, me daba mucho pesar de mi bebé.

Una semana después fui a la cita con la ginecóloga y tenía el pecho derecho durísimo, caliente, con un colorado. Ella me mandó antibióticos por una posible mastitis!! Me ordeñó y me dejó el pecho super livianito. Tuve que hacerme masajes constantemente y ordeñarme para no dejar la leche acumularse. La ordeña manual me pareció mucho más eficiente, pues en la bendita bomba me quedaba horas y sacaba lo mismo que una ordeñada en 20 minutos.

Pasaron dos semanas hasta que pude darle los dos pechos. Con un temor terrible de que me lastimara otra vez, pero cada día fui adquiriendo más confianza en mi misma y me fui relajando, lo que también ayudó a mi bebé a tranquilizarse. Sin el apoyo emocional y logístico de mi mamá y mi lindo esposo, no hubiera podido superar todo esto. Realmente tengo lástima de la mujer que tiene que pasar sola esta etapa tan difícil.

Un bebecito llega a este mundo sin entender nada. No sabe que no hace parte del cuerpo de su madre. Tiene miedo, todo es nuevo, la sensación de hambre, de frío, de calor, el tiempo y el espacio a su alrededor, todo le da miedo. Y si encima su madre está insegura, triste, preocupada, estresada, el pobre bebé se siente en peligro de vida. El tiempo y los ritmos de un bebé no son  los mismos que los de un adulto. Eso nosotros debemos entenderlo, pero como cuesta Dios mio! Cuando por fin te entregas a esa tarea de verdad, y le das al bebé todo cuanto pide, ves que tu vida es más fácil, porque el bebé está feliz y tranquilo. Esa es la felicidad de una madre. Y qué es lo que quiere un bebé? Brazos y teta. No más.

Ahora mi bebé tiene dos meses y medio, y sigue todo mi aprendizaje que iré plasmando en este blogg, cuando tenga tiempo!!

Relato del parto de Felipe

Finalmente llegó el día...
Felipe tenía fecha probable de parto (FPP) para el 9 de enero de 2014. La semana antes de esa fecha yo venía sintiendo las contracciones durante la noche (cólicos menstruales), pero la mañana del 9 de enero cuando me levanté a las 6:00 am continué sintiéndolas, muy suaves y espaciadas, pero algo me decía que ya no había marcha atrás, que era ese el gran día...
Nos fuimos a la cita del ultrasonido de las 40 semanas, salimos mi mamá, Juan y yo, y ellos todos juiciosos contaban las contracciones. El doctor que me hizo la ecografía me dijo que el bebé era muy barrigón, que parecía ser grandecito, según la eco, pesaba 3,800 gramos, y que estaba todo perfecto con él y conmigo. Salimos de allí como alas 8:30 y llamé a Juliana, mi obstetriz/doula, y le comenté que tenía contracciones a cada 5 minutos pero que estaban muy suaves y no dolían casi, de hecho podía hablar durante una contracción. Me dijo que me fuera a mi clase de hidrogimnásia que era a las 9:00 y que la llamara si algo cambiaba. Así lo hice. Me fui a mi clase y en el agua calientica de la piscina me relajé bastante, estaba cansada con esa barrigota al final, necesitaba mucho de esa clase... Esa relajación lo que hizo fue comprobar que efectivamente estaba en trabajo de parto, pues las contracciones se hicieron más dolorosas, aunque seguían a cada 5 minutos.
Salimos de ahí a las 10:30, fuimos por Juan al banco, a esta altura mi mamá manejaba el carro porque yo no podía. Los huecos del pavimento me hacían doler mucho, los cólicos venían cada vez más fuertes. Pero era sólo eso, cólicos menstruales. Llegamos a la casa como a las 11:00 am, me bañé y me acosté en mi cama. Juliana llegó al rato y me acompañó todo el tiempo, junto con mi mamá y Juan, que me traían comida, bebidas, preparaban lo que faltaba para el hospital, etc. Pusimos música, prendimos velitas, usamos aromas ricos, todo para crear un ambiente cómodo y relajante para mi.
Me acosté del lado izquierdo y trataba de concentrarme en la respiración cada que venía una contracción. Cuando esta pasaba, caía en un sueño profundo, estaba como drogada. No sé en qué momento Juliana me hizo un toque para confirmar que estaba en 5 cm de dilatación, pero que Felipe estaba muy arriba todavía, que debía pararme y caminar para que la gravedad lo ayudara a encajarse. Así lo hice, caminé un rato, el sueño me mataba literalmente, así que Juliana me prestó su bola de pilates, me senté en ella y cuando pasaba la contracción, me dormía recostada a la pared! Luego de un rato, ella me sugirió que me metiera a la ducha, que el agua caliente iba a ayudar a hacer más eficientes las contracciones, así lo hice. El tiempo pasó, salí de la ducha, me recosté de nuevo, comía, bebía, dormía, respiraba, soñaba... ya estaba cada vez más cerca de ver a mi bebé a los ojos...
A las 5:00 pm más o menos, Juliana me hizo otro toque y ya estaba de 7,5 cm de dilatación, era el momento ideal para salir al hospital, además para evitar el tránsito de la hora pico. Salimos a las 5:20 y como a las 6:00 ya estábamos en el hospital con Dolores, mi ginecóloga, quien me hizo el toque de protocolo que exige el hospital y confirmó que estaba en 8 cm! A estas alturas pedí anestesia! No sé si fue el ambiente del hospital, los malditos huecos de la ciudad de Sao Paulo, o qué, pero el dolor ya era muy fuerte! Dolores me dio la mano y me dijo que esperara a entrar a la bañera, claro! Era lo que yo siempre quise! Un parto en el agua! Saqué esa loca idea de mi cabeza y me concentré nuevamente en la respiración.
No sé cuanto tiempo pasó. Pareció una eternidad todo el proceso de internación. Juan estaba cuidando de eso mientras yo esperaba y me llevaban a la sala de parto. Una enfermera quiso revisarme en la sala, pero no lo permití. Mi ginecóloga ya lo había hecho! Sólo le pedí una cobija pues hacía un frió terrible. Al rato llegaron Dolores y Juliana, llenaron la bañera, apagaron el aire acondicionado y entré al agua. Estaba bien calientica y rica, fue un relax completo, tanto que el trabajo de parto se aceleró un montón y tuve un deseo inmenso de empujar, algo dentro de mí controlaba mi vientre, tenía que empujar! Sentí que algo explotó, me dio mucho susto, grité de miedo, pregunté qué pasaba, Juliana me dijo que la bolsa se había roto! Al rato entró Juan a la bañera y me abrazó por detrás. Las contracciones venían y el deseo de empujar con ellas, de mi garganta salía un grito casi involuntario, Juan me sostenía por detrás de mis brazos, Dolores que estaba fuera de la bañera me daba sus manos y su apoyo, Juliana chequeaba de tanto en tanto el corazoncito de mi bebé. 




Pasó no sé cuanto tiempo, me dí vuelta dándole la espalda a Dolores para ella poder ver qué tan avanzada estaba la expulsión de Felipe. Quedé frente a frente con Juan. Entre cada contracción me desvanecía en sus brazos y me dormía profundamente, soñaba, pensaba cosas absurdas! Felipe seguía perfecto según el aparatico para escuchar sus latidos, yo gritaba, me desvanecía, gritaba y empujaba, parecía que la fuerza me salía de la garganta.



Hubo un momento en el que pensé: y si fuera verdad que Felipe es muy grande y no puede salir de mi?  Me dio mucho miedo... Yo sentía su cabecita en mi canal vaginal, lo sentía ahí en cada contracción, parecía que nunca iba a salir, parecía que no bajaba! Cuando finalmente me dijo Dolores: “ya está saliendo, empuja fuerte!” Ahí Juan habló finalmente, o tal vez hasta ese momento no lo había escuchado! Me decía emocionado: “dale, dale, ya está saliendo, dale amor!” Juepu... sentí que me quemaba toda, sentí que me desgarraba, un dolor, un ardor... Juan era sólo llanto, tenía a Felipe en sus manos!! Me lo entregó! No lo podía creer!!! Ahí estaba mi pequeñito mirándome con esos ojotes oscuros y profundos y lindos que Dios le dio. La neonatóloga, Evelin, llegó justo a tiempo, cinco minutos antes de que naciera Felipe, como cosa rara, se había quedado atrapada en el tránsito.


Dolores respetó cada palabra de mi plan de parto... permitió que Juan fuera la primera persona a recibir a mi hijo, no me violentó para nada, me daba fuerzas, me animaba... Juliana me mantuvo encaminada en mi propósito desde casa y me dió la seguridad de que Felipe estuviera bien en todo momento, y Evelin... simplemente fue la responsable por darle a Felipe el nacimiento que merece todo bebé. Me permitió tenerlo en mi pecho todo el tiempo, lo ayudó a encontrar mi pezón para sus primeras mamadas de colostro, luego de muchísimo rato dejó a Juan cortar el cordón umbilical, y todo con tanta delicadeza y cariño. Mi bebé casi no lloró, estaba tan tranquilo... y yo me sentía en una paz... y un placer. Parir así es un placer!



Felipe llegó muy puntual a su cita, el 9 de enero de 2014 a las 9:02 pm, midió 52 cm, pesó 4,010 gramos, y tenía el cordón dándole vueltas en el cuello y un bracito (dos motivos por los cuales les hacen cesáreas innecesarias a las mujeres), libre de todo procedimiento invasivo y violento, en contacto directo con mi piel, con mi olor, con la única persona que hasta ese momento conocía y que lo hacía sentir seguro. Me siento orgullosa de haberle dado un nacimiento feliz a mi hijito.


Del por qué defiendo el parto natural


Cómo comenzó todo...

Cuando tenia 20 años mi amigo Mauricio Agudelo, quien estudiaba medicina, me invitó a ver nacer bebés, aprovechando que hacía su residencia en obstericia en el Hospital General de Medellín (por cierto, donde yo misma nací). Ese día me encontré con la triste realidad de que venir al mundo es una pesadilla, que el día de nuestro nacimiento es el peor de nuestros días, por decir poco. Diez años más tarde, me encontraba viviendo en Brasil, en Sao Paulo, con mi lindo esposo Juan, y me preguntaba a mi misma porq ué todas las amigas que habían tenido a sus hijos en esta ciudad, los habian parido por cesárea. Luego me dí cuenta que esta cirugía no era una manera de parir, sino de sacar al bebé del cuerpo de la mujer.

Quise comenzar a buscar una ginecóloga que hiciera partos normales, porque todos los ginecólogos que mis amigas me recomendaban era obvio que no tenían idea de eso... o el mundo está mutando para una especie incapaz de parir o los médicos de hoy en día simplemente no quieren o no saben hacer un parto normal. Por normal me refiero a vaginal, aunque lo normal ahora parecen ser las cesáreas...

Pero, por qué me interesé tanto en esto del parto normal? Porque es un hecho verídico que la manera en cómo nacemos va a determinar la manera en cómo vivimos. Y creo que todo ser que llega a este mundo merece una linda bienvenida y toda madre debería participar activamente de esto.

Me encontré entonces buscando en google  “parto normal em sao paulo” y aparecieron lindos blogs y sites con tanta información que me quedé fascinada con el tema. Empecé a darme cuenta de lo que estaba sucediendo en Brasil, y no debe ser tan diferente en Colombia o en Latinoamérica, en materia de partos, y lo más importante, encontré una ginecóloga que hiciese partos normales. Fui a una consulta de rutina e inmediatamente sentí que era la persona que me iba a acompañar cuando finalmente me embarazara.

Por el camino cierto...

Una serie de libros me fue mostrando que estaba en el camino cierto, que lo que intuía realmente estaba correcto: El Futuro Bebé (Thomas R. Verny), La Cesárea (Michel Odent), Nascer Sorrindo (Frederick Leboyer), O Renascimento do Parto (Michel Odent), La Maternidad y El Encuentro Con La Propia Sombra (Laura Gutman), Parto Ativo (Janet Balaskas), Parir en Libertad (Raquel Schallman).

Comencé a frecuentar con Juan los grupos de apoyo a la maternidad activa, hicimos el curso de preparación para el parto y así nos fuimos informando y empoderando, llegando cada vez más a encontrar el parto que queríamos, yo específicamente, y Juan apoyándome y acompañándome en todo momento, sobre todo después de ver el documental “O Renacimento do Parto”, que nos abrió los ojos para estar bien preparados y tener todas las herramientas y recursos listos.

Aprendí que entre menos intervenciones médicas en el trabajo de parto, mayores posibilidades de alcanzar el tan anhelado parto vaginal; y que la libertad y el respeto dado a la madre y al bebé son fundamentales en ese momento tan sagrado y sublime. Decidí que mi parto sería en el agua, que contrataria a una obstetriz/doula/partera para que acompañara en el trabajo de parto desde mi casa, que me mantuviera enfocada en mi meta, que monitorara a mi bebé periódicamente y que supiera el mejor momento para ir al hospital. Inicialmente yo quería que fuera un parto domiciliar, pero Juan se opuso rotundamente, así que decidimos ir al único que permite nacimientos en el agua en Sao Paulo.



La razón por la que prefería un parto domiciliar, era el exceso de procedimientos innecesários realizados a la madre y al bebé. Quería respeto ante todo en un momento tan sagrado. Para esto me aseguré de tener un equipo humanizado en el hospital que velara por mis intereses compuesto por una obstetriz, una ginecobstetra y una neonatóloga. Todas ellas me mantendrían lejos de cualquier tipo de violencia obstétrica, aquella que ví con mi amigo que me llevó a ver nacer bebés cuando yo tenía 20 años...

Me preparé física y mentalmente para un parto completamente natural, sin anestesia, sin oxitocina sintética, sin episotomía. De hecho, tenía tanto miendo de esto último como de un desgarro de mi perineo. Por eso me preparé. Usé el Epi-no (baloncito para ejercitar el suelo pélvico http://www.epi-no.co.uk/ ) a partir de la semana 34, un trabajo de equipo de Juan y yo, que dió un super buen resultado, pues parí un lindo bebé de 4,010 kg y no me pusieron ningún punto!


Todo lo que rechazo...

Las mujeres hoy en día le tienen miedo a parir sus hijos porque lo que nos hacen en los hospitales es horrible, y lo que nos venden en la tv es deprimente:

Te toquetean en exceso, te inducen el parto sin informarte aplicando oxitocina sintética en la vena, te rompen la bolsa sin consultarte o precozmente, te obligan a quedarte boca arriba y parir de piernas abiertas sólo para comodidad del médico, por causa de esto te cortan el periné (episotomia) para que el bebé “pueda salir”, te hacen bullying por gritar o quejarte, se llevan a tu bebé luego de cortarle el cordón umbilical, le aplican un colirio en los ojos que arde mucho y que sólo sería necesário si tuvieras una enfermedad venérea que podría dejarlo ciego, lo aspiran con un tubo que introducen por su gargantica y por su nariz, lo estiran para pesarlo y medirlo, lo limpian sin ninguna delicadeza y finalmente, después de lo que para tu bebé fue una eternidad (pues ellos no tienen noción de tiempo ni de espacio) te lo entregan “limpio” y envuelto en trapos.

Lo peor es que la mayoría de mujeres llega a su parto completamente ignorante y vulnerable a que la sometan a todo este tipo de procedimientos, le entregan su parto al personal médico y confian en que su palabra es sagrada y si el parto no termina en cesárea, probablemente habrán sufrido algún tipo de violencia.


En estos links pueden encontrar los efectos negativos de todas las intervenciones médicas: http://www.elpartoesnuestro.es/informacion/parto/intervenciones-medicas


Yo honestamente creo que toda mujer debería aprovechar el lindo regalo que nos fue dado de parir, porque en realidad el parto no es como lo pintan. Es un proceso sagrado y de revelación del poder femenino.